VII Consejo Plenario de la Ordennuestra vida fraterna en minoridad
Asis 1-27 marzo 2004
Proposiciones
FUNDAMENTOS | |
1. La Santísima Trinidad es una realidad singular porque ninguna de las personas divinas es superior a las demás. Si bien esta igualdad radical es imperfecta en las relaciones entre las criaturas, ella constituye el modelo que nos enseña qué significa estar hechos a imagen y semejanza de Dios (cfr Gn 1,26) y da al hombre el sentido de sus aspiraciones más profundas.
| "¡Tu eres humildad! |
2. La minoridad nace en Francisco de Asís como asombro frente al amor de Dios, que, para librarnos del mal y para introducirnos en la vida divina, no dudó en entregar a su Hijo que se hizo hombre y se hizo obediente hasta la muerte de cruz (Fil 2,6-8; 2CtaF 1), haciéndose así menor y sometido a todos. Al servicio de la voluntad del Padre, con el fin de que toda la creación vuelva a él, el Verbo no hizo alarde de ser igual a Dios, sino que se unió a la humanidad para curarla, reconciliarla y liberar a toda la creación. (Mt 9,13; 12,7; 2 Cor 8,9; Gal 1,4; Ef 2,6-9; Hb 10,10). Es la kénosis gloriosa del Hijo de Dios que permanece en el sacramento de la Iglesia y en la Eucaristía (Adm I, 16-22) y que provoca en Francisco el deseo vehemente de dejarlo todo y de seguir a Jesús. Él, conmovido íntimamente por la compasión de Dios por nosotros y persuadido de que sólo en Él está nuestra salvación, se hizo menor entre los menores e itinerante, como peregrino y forastero por el mundo (Rb., VI, 1; 2R 6; Test 24) con el fin de testimoniar a todos el Crucificado Resucitado (CtaO 5-8). Comprometámonos, pues, siguiendo el ejemplo de Francisco, en contemplar asiduamente el misterio de nuestra redención, acrecentando la fe, la esperanza y la caridad, para volver a encontrar cada día las raíces auténticas de nuestra vida y de nuestro compromiso en la iglesia y en la sociedad.
| Francisco menor y sometido a todos, en el seguimiento de Jesús |
3. Nosotros Hermanos Menores Capuchinos vivimos insertos en un mundo pluriforme en el que se mueven fuerzas que ocasionan una historia de injusticia y de enormes sufrimientos humanos. Entre estas reconocemos el poder económico, militar y tecnológico.
| Menores como Francisco |
4. La pobreza, la minoridad y la itinerancia, además de elementos propios de la imitación de Cristo, constituyen la libertad franciscana. Son medios que tienden hacia nuestro fin, es decir la edificación del Reino de Dios, o dicho en lenguaje franciscano, la construcción de una fraternidad donde quiera que estemos, y siempre. La pobreza, la minoridad y la itinerancia fraternalmente estructuradas, según la situación de cada lugar, ayudan a los Capuchinos a liberarse de los efectos del pecado estructural, de las fuerzas interiores incoherentes, de la manipulación de otros intereses de poder, de la incapacidad para superar fronteras, y de tradiciones anacrónicas que nos esclavizan, para construir una fraternidad que se pueda vivir en el siglo XXI. | La libertad franciscana |
5. El ser itinerantes, peregrinos y forasteros en este mundo, encuentra su fuerza en la fe en Cristo, Señor de la historia, que se manifestará plenamente al final de los tiempos para juzgarnos a todos según la ley del amor (Mt 25). Esta tensión hacia el cumplimiento último no sólo no nos arranca de la historia sino que orienta concretamente nuestra vida, nos libera de la idolatría de la posesión inmediata, de la tentación narcisística del aparentar y del éxito, y del apego a las posiciones adquiridas, empujándonos, por el contrario, a reconocer y servir humildemente a Cristo, en nuestros hermanos y especialmente en los necesitados. A imitación de Francisco que no quería que ninguna cosa fuese llamada “suya” en este mundo, crezcamos en la disponibilidad cordial ante lo imprevisible de Dios, que es más grande que todos nuestros proyectos, y testimoniemos a todos la alegría de poner en Él nuestra esperanza mostrándonos atentos a las necesidades de todos. | La itinerancia nos introduce en la historia de la salvación |
6. La sociedad del tiempo de Francisco estaba marcada por la lucha sobre el dominio social que desencadenaba una fuerte violencia. También Francisco sufrió su influjo, pero después de su conversión él se orientó hacia los márgenes de la sociedad de Asís, escogiendo vivir entre los menores y los marginados. Esto condujo a Francisco a una intuición profunda por la que las relaciones humanas deberían reflejar el amor trinitario de personas libres sin privilegio o prioridades. Por eso Francisco realizó opciones valientes de minoridad que han redimido y reconstituido radicalmente sus relaciones: autoridad sin poder que domina, servicio caracterizado por la humildad, relaciones fraternas con toda la creación, una vida vivida en la periferia social. Nuestro mundo está caracterizado por el dominio y por la violencia de muchos tipos: la inicua concentración de la renta que produce un gran número de emigrantes, la arrogancia, preocupación narcisista por la propia realización, poderes usados en beneficio propio que marginan a los pobres y destruyen el medio-ambiente, relaciones marcadas por el dominio y la estratificación social, etnocentrismo e intolerancia religiosa, una cultura que busca cambios mediante la violencia. La minoridad franciscana exige hoy opciones valerosas por un mundo más fraterno:
| Nuestras opciones |
VIDA FRATERNA EN MINORIDAD | |
7.a.“San Francisco, inspirado por Dios, dio origen a una forma de vida evangélica que denominó fraternidad según el ejemplo de la vida de Cristo y de sus discípulos” (Const 83, 5). Él quiso que su Fraternidad se llamase Orden de Hermanos Menores (cfr. 1Cel 38) y cambió la primera denominación de “pobres menores” por “hermanos menores” (cfr. Testimonios extraños… Crónica de Burcardo de Ursperg), para que en la Iglesia y en el mundo resplandeciese más clara la imagen de Cristo pobre, humilde y dedicado al servicio de los hombres, especialmente de los pobres (cfr. Const, 8, 2). Viviendo nuestra opción de vida fraterna en la minoridad como un don de Dios, ofrecemos a toda la Iglesia y al mundo el anuncio de una esencial propuesta evangélica. En la vida según nuestra identidad fraterna y minorítica reconocemos la base de todo nuestro apostolado y la primera forma de misión evangélica para un efectivo testimonio de comunión total en la diversidad de los carismas y de los ministerios, vividos en nuestras fraternidades. b. El Fundador quiso que entre sus frailes ninguno fuese llamado prior, sino que todos indistintamente se llamaran sencillamente hermanos menores (cfr. Rnb VI, 3-4). c. Por tanto el VII CPO afirma y ratifica que:
| Exigencias de nuestra identidad fraterna y minorítica |
8. La minoridad implica el reconocimiento del don del hermano y lleva al ejercicio común de la corresponsabilidad y de la participación de todos los hermanos en la animación de la fraternidad. La autoridad debe ser el dinamismo que empuje a elaborar el proyecto comunitario de la fraternidad como instrumento real de crecimiento en la vida y en la fe; el guardián será el animador y el garante de este proyecto. Además la autoridad debe proceder de modo que toda circunscripción elabore periódicamente su proyecto de vida provincial. | Autoridad y animación |
9. Despojémonos de todo privilegio que provenga del cargo, de la formación recibida, del ministerio presbiteral o de cualquier otro servicio que ejerzamos para el bien común o en favor del pueblo de Dios. En la comunidad donde todos han elegido ser menores y servir mas que ser servidos, todos no solo se llamen indistintamente hermanos, sino que realmente lo sean en la participación y en las decisiones relativas a la vida de la fraternidad, en el acceso a los medios de transporte, de comunicación y otros. Además, cada uno aporte su sueldo para el mantenimiento ordinario de nuestras casas, sin dispensarse de las faenas domésticas y de los servicios fraternos de cada día. Aunque esta aportación pueda efectivamente resultar limitada y simbólica, sin embargo, es necesaria que se convierta en una prueba de verdadera hermandad y de servicio mutuo. | Aceptación de los demás |
10. Como fraternidad de hermanos menores deberemos subrayar más lo que nos une que lo que nos separa. Hagamos un esfuerzo concreto por incluir a los demás, para así impedir que el etnocentrismo arraigue en nuestras fraternidades. Nuestros compromisos deberían caracterizarse por una sincera aceptación de los demás, independientemente de sus características individuales o de su historia personal. | Aceptación de los demás |
11. El capitulo local, celebrado con frecuencia, es un lugar oportuno para expresar nuestra vida fraterna en minoridad. En el capitulo local cada uno se pone a la escucha humilde y apasionada del hermano y de todos los hermanos, en la corresponsabilidad, en el diálogo, en la obediencia caritativa y en el ejercicio minorítico de la autoridad, buscando los caminos para crecer en la comunión evangélica. Para usar mejor este instrumento de vida fraterna invitamos a analizar regularmente las estructuras de poder implícitas que existen en una comunidad, por ejemplo: la influencia que se tiene por el cargo que se desempeña, la facilidad de palabra, la imposición por el boicot, etc. El capítulo favorece también el espíritu de itinerancia, ya que permite verificar lo significativo de la presencia de la fraternidad local y de abrirse a horizontes nuevos. | El capítulo local |
12. El trabajo de grupo es uno de los rostros de la minoridad. Es un ejercicio sencillo y diario de la autoridad horizontal. En él todos los menores se sienten hermanos en igualdad. Esta orientación ha de afectar a todos los niveles de la comunidad. | El trabajo de grupo |
13. La Orden es una fraternidad mundial a la que pertenecemos a través de la Provincia y de las demás circunscripciones. Para superar todo tipo de provincialismo, y para movernos eficazmente en un contexto globalizado como es el nuestro, es importante abrirse al horizonte internacional de nuestra fraternidad. En particular, abrámonos voluntariamente a toda forma de colaboración interprovincial, no sólo en el ámbito de la formación inicial, sino también en el de la formación permanente y del ministerio. La colaboración entre las circunscripciones, en efecto, no es sólo una exigencia dictada por la disminución del personal sino que es un valor en sí misma, en cuanto que es una forma más amplia de fraternidad, y además es una expresión concreta de minoridad e itinerancia. Eficaces instrumentos de colaboración son la constitución de fraternidades interprovinciales y el intercambio de personal entre las circunscripciones. Análogamente, son formas oportunas y actuales de minoridad y de itinerancia las iniciativas de colaboración interfranciscanas, sobre todo con los demás hermanos de la Primera Orden y de la TOR, además con las hermanas Clarisas y con los demás hermanas y hermanos franciscanos. Después abrámonos gustosos a la colaboración con los seglares, especialmente con los hermanos y las hermanas de la Orden Franciscana Seglar y de la Juventud Franciscana. | Horizonte internacional |
14. La Orden ha crecido mucho en el sentido de la solidaridad del personal. El VII CPO recomienda que se mantenga este espíritu y se creen fraternidades provinciales e interprovinciales en las periferias y fronteras, donde el sistema genera una gran cantidad de pobres (emigrantes, exiliados…, etc.). | Solidaridad de personal |
15. En diversas circunscripciones de la Orden, los hermanos viven una cierta forma de pobreza causada por el envejecimiento de los hermanos, por la disminución de las vocaciones y por un contexto indiferente o totalmente anticlerical. Animamos a los hermanos a que acepten esta situación y la vivan con gozo como una expresión concreta de nuestra opción de vida en minoridad. Además los invitamos a elaborar nuevos proyectos adaptados a sus propias posibilidades y a la situación pastoral en la que se encuentran. Para realizar estos proyectos se podrá recurrir a la solidaridad internacional de personal. | Circunscripciones con dificultades |
16. Inspirados por la enseñanza de proclamar la buena noticia incluso en medio de pruebas y persecuciones (Mt 24, 9), animamos a nuestros hermanos que viven en países en los que el cristianismo es una pequeña minoría a continuar dando testimonio del Evangelio como la levadura en la masa (Lc 13, 21), con el ejemplo y la palabra, en el espíritu de minoridad semejante al de San Francisco ante el Sultán. Nuestra fraternidad se compromete a apoyar y sostener a los hermanos, en particular a los que viven en países donde la libertad de religión es un riesgo, donde crece la intolerancia religiosa y se difunde rápidamente el fundamentalismo religioso. | Hermanos en contextos difíciles |
17. Para subrayar nuestra vocación de hermanos y el valor eclesial de la vida religiosa, la profesión perpetua se celebre con la dignidad adecuada: esta se manifiesta en la verdad de los gestos y en un estilo sobrio, que es propio de la liturgia y está de acuerdo con la pobreza franciscana (cfr. Rito Romano-Seráfico de la Profesión religiosa, 75). Lo mismo sea válido para la ordenación y otras celebraciones de la fraternidad”. | Celebración de la profesión perpetua |
EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD | |
18. La Palabra de Dios ilumina e inspira la decisión del hermano capuchino que desea vivir en minoridad. De ella aprende que es necesario abandonar todo poder que domina (cfr Mc 9,33-37; Rnb V, 9-12) y que el servicio es la actitud correcta del que ve en Jesús al siervo (cfr Lc 22,24-27). De este modo el Evangelio nos enseña a identificarnos con los excluidos (cfr Mt 25, 31-46) y a saber compartir con ellos todo tipo de bienes (cfr Rm 15, 27). El buen uso del poder es el ‘sacrificio auténtico’ que caracteriza al que ha experimentado profundamente a Jesús (cfr Rm 12, 1). Las ciencias sociales modernas afirman con claridad que debido a las relaciones sociales asimétricas es imposible vivir sin ejercer el poder. Pero Jesús enseñó que sus discípulos no debían dominar unos sobre otros, como hacen los poderosos del mundo (Mt 20, 25; Mc 10,42-45; Lc 22,24-27; 1 Pd 5, 3). También Francisco escribió que los hermanos no deben ejercer poder o dominio (cfr Rnb V, 9-12). | La autoridad querida por Jesús |
19. Francisco, aceptando la propia fragilidad, llegó a entrar en relación con cada persona y con cada criatura. El uso capuchino del poder subraya más la construcción de relaciones que la eficiencia de ejecución y, por consiguiente, incluye las siguientes características:
| El uso capuchino del poder |
20. Nuestras Constituciones (nn. 156-157) indican cuatro fuentes positivas de autoridad en el mundo y en nuestra Orden: 1) el servicio a los demás; 2) la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos; 3) la escucha atenta de los demás; 4) el ejercicio de la autoridad que mira al bien común. Las Constituciones sugieren una gradación, por la que en el ejercicio del propio cargo se recurre a la fuerza de la autoridad sólo después de haber agotado todas las otras posibilidades. | La autoridad según las Constituciones |
21. Recordando las Admoniciones de Francisco (cfr. Adm III y IV), de la Carta a un ministro y de la Carta al Hermano León, alimentamos el conocimiento de que el ejercicio de los ministerios fraternos es una provocación constante al crecimiento de cada uno y de la fraternidad en una libertad comprometida en seguir a Cristo. Es tarea del ministerio fraterno favorecer el crecimiento de la responsabilidad personal en la vida fraterna; promover y sostener la unidad y la comunión entre los hermanos; reconocer los dones presentes entre nosotros, instar al amor mutuo e inclusivo en las relaciones de todos aquellos que se encuentran y sostener a los hermanos en su camino de conformación con Cristo humilde y pobre. A este respecto los ministros favorezcan de todos los modos el discernimiento común de la voluntad de Dios, la corresponsabilidad, el diálogo fraterno, la programación compartida, la subsidiaridad y la solidaridad. Instrumento fundamental e irrenunciable de esto debe ser sobre todo el capítulo local. Además fomenten la escucha de los hermanos, la acogida del camino de cada uno, recordando las palabras con las que Francisco describía los ministerios fraternos: Visitar, exhortar, amonestar y corregir (Rb X, 2). Aquellos que sean propuestos para desempeñar funciones de autoridad sean en todo y para todo ministros y siervos de los hermanos, sin dominar en las relaciones fraternas, evitando cualquier parcialidad. En el espíritu del mutuo servicio no se apropien de los cargos y manifiesten de hecho aquel sano desapego de su función que hace posible el servicio desinteresado, recordando lo afirmado por Francisco (cfr. Adm IV). Por consiguiente, pertenece al espíritu de minoridad que los ministros acepten la vulnerabilidad en las relaciones. Proponemos, además, revisar y sustituir todas las denominaciones ministeriales incompatibles con la propuesta evangélica, con nuestro ideal de minoridad y con el carácter fraterno de nuestra Orden. | Cometido del ministerio fraterno de autoridad |
22. Independientemente de quienes seamos y de la posición que tengamos, todos poseemos un cierto tipo de poder. Esto puede tener un aspecto positivo, de animación y de creación, si lo ponemos al servicio de los demás o puede convertirse en motivo de corrupción y, por consiguiente, de destrucción.
| Cuando el poder se convierte en abuso |
23. Para salvaguardar nuestra forma de vida evangélica de "hermanos menores" nuestras fraternidades deben hacer una valiente auto-crítica y un humilde discernimiento sobre las falsas formas de poder -- político, religioso, económico -- que se introducen en nuestras fraternidades y manipulan los deseos y los intereses de los hermanos, distorsionan sus relaciones "cara a cara" y los seducen con privilegios y honores, como también con beneficios económicos, fiscales y de otro tipo. | Las persuasiones ocultas del falso poder |
ITINERANCIA, MINORIDAD Y ESTRUCTURAS | |
24. Nuestra verdadera vocación está basada en el seguimiento de Cristo y de sus apóstoles que han renunciado a todo derecho sobre cualquier lugar para proclamar por todas partes generosa y libremente el Reino de Dios (Mt 8, 20; Lc 9, 58). La inmovilidad de algunos de nuestros hermanos compromete en su base nuestra vocación y misión en la iglesia y en el mundo. El concepto de inmovilismo no es solamente físico. Un inmovilismo más radical se encuentra en los hábitos de pensamiento y de valoración, que con frecuencia se convierten en obstáculos para la verdadera conversión. Estos obstáculos pueden estar constituidos por un pensamiento teológico rígido, una mentalidad incapaz de cambiar, el fundamentalismo teológico, y pueden impedir a las personas el encontrar a Dios “fuera del campamento” (Éx 19, 17; 33, 7-11). | La itinerancia como abandono de poder y de lugar |
25. Francisco se inspiró en la vida itinerante de Jesús y de sus apóstoles siguiendo su ejemplo. Por fidelidad a Francisco expresemos nuestra itinerancia con la opción de abandonar los puestos de poder afirmados y garantizados para elegir aquellos más accesibles a la gente común y a los más pobres. Deberemos luego decidir en fraternidad sobre el abandono de aquellos ministerios que podrían convertirse en objeto de apropiación, de exaltación y de autopromoción. Esta opción favorece nuestra vida en fraternidad y ofrece a cada hermano la posibilidad de un crecimiento personal en cuanto que permite establecer nuevas relaciones y asumir nuevas responsabilidades. De este modo compartiremos el carácter que Cristo ha dado a la Iglesia como un pueblo en camino. Siguiendo la sana tradición de los primeros capuchinos, cercanos siempre a los hombres indigentes y abandonados por los demás, alimentados por la fe y abiertos a la esperanza, nos proponemos, como compromiso de la nueva evangelización, vivir a su lado, aun cuando ello comporte el abandono de estructuras no conformes con nuestro ideal. | La itinerancia como abandono de poder y de lugar |
26. Conscientes de que la minoridad favorece una relación más justa y coherente con la gente humilde de nuestro tiempo, todas las fraternidades se comprometan en una sincera revisión de nuestro estilo de vida apuntando hacia una efectiva sobriedad, evitando gastos inútiles, exagerado uso de coches y otros medios de la tecnología moderna, cuestionándonos si efectivamente lo que tenemos es esencial para la misión que deriva de nuestro carisma. | Revisión del estilo de vida |
27. La clara conciencia de la realidad y del marco social en el que vivimos nos lleva a hacer un discernimiento con respecto a la minoridad de nuestras estructuras. De ahí brotará un comportamiento responsable que afectará a nuestras estructuras. Estas estructuras deberán de ser sencillas, flexibles, de moderado volumen, lejos del dominio, del dinero, del prestigio. El hermano menor sabe vivir en la provisionalidad.
| Revisión de las estructuras |
FORMACIÓN PARA LA MINORIDAD Y LA ITINERANCIA | |
28. Los candidatos a nuestra vida desde, el momento de la animación vocacional, sean informados, orientados y animados para comprender y vivir el carácter de fraterna igualdad de nuestra familia. | Candidatos y minoridad |
29. Como San Francisco creció en el conocimiento del Señor Jesús a través del encuentro con el leproso, así la formación inicial prevea experiencias de contacto concreto con los “leprosos” de nuestro tiempo: los enfermos, los pobres y los marginados de todo tipo, según los lugares en los que estemos presentes. En la medida de lo posible, es útil hacer unas temporales experiencias de trabajo como fuente de sustentamiento, para ser capaces de comprender a la gente común, junto a la que vivimos. Para que la formación inicial sea completa, es útil hacer unas experiencias misioneras, períodos de estudio y de servicio en una circunscripción distinta a la que se pertenece, especialmente en aquellas pobres. Estas experiencias ayudan al hermano en formación inicial a desarrollar la itinerancia y la conciencia global de pertenencia a la Orden. Es necesario que desde el principio de la formación inicial se presenten las dos posibilidades de hermano y hermano sacerdote como expresiones, ambas necesarias, de igual dignidad del único carisma franciscano-capuchino. Las Conferencias pueden preparar los programas comunes para la formación inicial. | Formación inicial y experiencias prácticas |
30. La minoridad y la itinerancia son elementos de la vocación franciscana que acompañan siempre nuestra vida fraterna. Por consiguiente, la formación permanente tiene que profundizar constantemente en estos valores, y favorecer, además de ocasiones de actualización cultural, también experiencias concretas de cercanía con la gente y con los pobres. Periódicamente es, pues, conveniente que cada hermano se prepare para una sana renovación de su identidad de consagrado y de su ministerio, con experiencias de servicio con los que sufren, de compartir la vida con marginados y con un compromiso en el campo pastoral distinto al habitual. Estas experiencias pueden hacerse en otras circunscripciones o en una misión. La formación permanente cuidará también la calidad franciscana de nuestra oración. Rezamos como verdaderos hermanos menores cuando estamos dispuestos a compartir la oración con la gente, cuando sabemos adaptarla a las circunstancias, bien a través de las formas culturales o bien presentando a Dios los gozos y las esperanzas, los sufrimientos y las preocupaciones de nuestros contemporáneos (cfr. GS 1). | Formación permanente para la minoridad y la itinerancia |
31. Ya que el camino de la minoridad no es un camino natural que se elige espontáneamente, las fraternidades y los hermanos necesitan una formación permanente para adquirir y mantener un espíritu de servicio y de minoridad, que se nutre de la oración y de la contemplación. Es esencial desarrollar una mirada contemplativa, especialmente a través del ejercicio comunitario de la oración silenciosa.
Por eso actuemos de modo que:
| Formación para la contemplación en la minoridad |
32. Nuestra vida fraterna es la exigencia fundamental en el proceso de toda la formación (cfr. Cons 23, 4-5). Este delicado proceso formativo corre riesgo cuando se percibe como un doble criterio entre lo que se enseña o se propone y lo que se vive de hecho en toda la jurisdicción. Con frecuencia esta situación lleva a concebir la profesión religiosa y la ordenación como gradas o pasos hacia la promoción personal y el privilegio, más que hacia niveles de un compromiso más profundo y de una mayor generosidad. Por tanto queremos subrayar la importancia de la coherencia entre lo que enseñamos a los jóvenes que están en formación y nuestro estilo de vida. | Coherencia entre enseñanza y vida |
33. Para nuestras opciones en el campo social y para nuestra presencia entre los pobres se promueva en todas nuestras fraternidades el conocimiento de la doctrina social de la Iglesia, incluso durante los periodos de formación específica (inicial y permanente). | Conocimiento de la doctrina social de la Iglesia |
34. Todas las circunscripciones se comprometan en vivir las proposiciones ofrecidas por el VII CPO. Con esta finalidad se programen encuentros de sensibilización y experiencias concretas, en el ámbito de la formación inicial y de la formación permanente. | El VII CPO como instrumento formativo |
NUESTRA MINORIDAD EN LA IGLESIA | |
35. Considerado que el pueblo de Dios ha recibido muchos dones para edificar la Iglesia (cfr 1 Cor 14, 26; Ef 4, 7. 11-12), los presbíteros están llamados a desarrollar en la Iglesia el ministerio de la unidad sin ejercer dominio sobre la fe de las personas, como servidores de su felicidad (cfr 2 Cor 1, 24; 1 Pd 5, 3). La Eucaristía, fuente y cumbre de nuestra vida (cfr LG 11; Const. 47, 1), nos ayuda, como menores, a comprender mejor el sentido de servicio del ministerio ordenado. La Eucaristía no pertenece a ninguna persona humana, sino a Cristo mismo, de cuyo sacerdocio participan activamente todos los fieles. El presbítero actúa en la asamblea eucarística en nombre de Cristo cabeza (cfr LG 10, 28; PO 2; SC 33). El Evangelio según san Juan presenta a este Cristo, como un jefe que se inclina a lavar los pies de los demás: “Si yo el Señor y Maestro, os he lavado a vosotros los pies, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Jn 13, 3-15; RnB VI, 4; Adm. 4, 2). El ejemplo de Cristo, que se humilla hasta bajar, durante la Eucaristía, a nuestras manos (Adm 1, 16-19; CtaO 26-29) debería conducir a los ministros a humillarse a sí mismos para servir a los demás (RnB IX, 1; CtaO 28). Esta actitud a imitación de Cristo invita a los hermanos sacerdotes de nuestra Orden a ser humildes y menores en su servicio sobre el altar de la vida fraterna. | El sacerdote ministro y siervo en la Iglesia |
36. “El Señor me dio hermanos” (Test 14) dice Francisco refiriéndose a los comienzos de la fraternidad. En esta fraternidad acogió a todos aquellos que deseaban compartir su ideal minorítico, entre ellos había también sacerdotes. A ellos se dirige Francisco: "A todos los ministros y guardianes y sacerdotes de la misma fraternidad, humildes en Cristo" (CtaO 2)). Y ofrece a ellos indicaciones concretas para un ejercicio minorítico del ministerio ordenado. Esto vale hoy también para los que son sacerdotes en la Orden. El franciscano sacerdote vive el propio ministerio, honrando la primacía de la pertenencia a la fraternidad (cfr. CtaO 30-31). Y como especial ministro de la misericordia de Dios, inspirándose en el modelo propuesto por Francisco en la Carta a un ministro (CtaM 8-20), se vuelve disponible para las necesidades de la Iglesia, con preferencia hacia los servicios más difíciles y sin honores, y sabe hacerse prójimo particularmente con los que sufren, con los marginados y los alejados. El menor sacerdote cuida que la liturgia refleje tanto la sencillez de la vida franciscana como la grandeza de los misterios celebrados, mediante su propio comportamiento y a través de los signos y de los objetos que componen el rito (cfr CtaCle 1-15) Y por último debe mostrarse libre frente al dinero, capaz de la gratuidad evangélica (cfr. Mt 10,8-10). | Características del sacerdote menor |
37. La misión de nuestra Orden debe manifestar el carácter fraterno de nuestro carisma. Por tanto las circunscripciones a la hora de elegir actividades y servicios deben incluir también aquellos ministerios que no exigen la ordenación sacerdotal. | Servicios fraternos no sacerdotales |
38. Francisco, como hermano menor, siempre trató de vivir la obediencia al Evangelio como obediencia a la Iglesia, comunidad de los bautizados. Había intuido que el Evangelio, inspirado por el Espíritu, había nacido en el ámbito de la comunidad cristiana (cfr John Corriveau, Cta. Circ. “El valor de ser menores”, 6, 1) En este sentido, había respondido con solicitud a la llamada del crucifijo “Francisco, ve y repara mi Iglesia que, como ves, amenaza ruina” (Lm 1, 5)). En el Testamento de Siena él afirma: “sed siempre fieles y sumisos a los obispos y a todos los clérigos de la Santa Madre Iglesia” (TestS 5). Reconocemos como expresión esencial de nuestra minoridad, la obediencia cordial y corresponsable a la Iglesia y a sus ministros. Nosotros expresamos de hecho nuestra pertenencia eclesial cuando nos volvemos disponibles evangélicamente para el servicio de todo el pueblo de Dios. De tal modo mantengámonos sinceramente disponibles para servir a la Iglesia local y universal, actuando de acuerdo con los pastores (Test. 4-5) Demos preferencia a aquellos compromisos que están más en consonancia con nuestra vocación de menores y asumamos los encargos pastorales de frontera, los ministerios menos apetecidos en la Iglesia y en las periferias donde mejor podemos manifestar la compasión y la proximidad: bien sean parroquias periféricas, capellanías de hospitales, asistencia a los enfermos y al mundo de los marginados entre las viejas y las nuevas pobrezas. Actuemos de modo que las remuneraciones no sean el único criterio para la elección de nuestros ministerios y que estos sean expresión de toda la fraternidad. | En obediencia a la Iglesia y en los servicios menos apetecidos |
39. La Orden en sus documentos nos ha invitado a ser ‘prudentes’ a la hora de aceptar parroquias (Cf. Const. 151,2). Sin embargo, constatamos que esto, por muchas razones, aún no se está realizando y condiciona nuestra vida fraterna e itinerante. Proponemos que se revise este modo de proceder y se asuma el servicio de la acción evangelizadora y pastoral como colaboración con la iglesia diocesana, evitando siempre el sentido de poder y de apropiación. Para este fin sería bueno asumir, sólo por un tiempo limitado, responsabilidades, como parroquias, servicios diocesanos y otros compromisos que inducen a la estabilidad, teniendo en cuenta las circunstancias. | Modelo de colaboración con la Iglesia diocesana |
40. Donde quiera que vayamos a anunciar el evangelio, a implantar la orden y a ayudar a formar la Iglesia nos proponemos: • Evitar todo signo de poder y de status social en nuestro modo de vivir, evangelizar y ayudar; Al elegir nuevas presencias favorézcanse las de las Iglesias locales donde no se espere de nosotros una gran estructura pastoral o social sino más bien el testimonio franciscano. Procuremos también ir al encuentro de las solicitudes de las Iglesias locales donde aún no existe una presencia franciscana. En esto nos puede ayudar mucho la colaboración de los hermanos y de las hermanas de la familia franciscana. | Implantatio de la Iglesia y de la Orden |
41. Y puesto que los capuchinos pretenden ser menores, nuestra Orden no busque para sus miembros el episcopado u otros cargos eclesiásticos relevantes. | Los cargos eclesiásticos |
POR UN MUNDO DE JUSTICIA Y DE PAZ | |
42. El poder del Espíritu Santo alimenta un verdadero amor en nuestros corazones, que crea unidad entre todas las criaturas, independientemente de quien o de lo que cada cosa sea (cf LG 7). Como hermanos de Francisco debemos ser constructores de puentes y buscar caminos, superar las barreras de castas, credos, religiones y fronteras geográficas, aferrándonos al hilo conductor del amor mientras caminamos en el laberinto de las relaciones. Nuestras fraternidades deberían ser puntos centrales de paz y de reconciliación para los ambientes cercanos a nosotros. | Crear relaciones |
43. Un rasgo específico de la minoridad de Francisco está en la capacidad del santo de Asís de saber ver por encima de las heridas, los límites y los pecados de los hombres, viendo en todos la presencia de Dios. El usar misericordia en las relaciones con los leprosos es reconocer el misterio de Dios presente en el que sufre; el ofrecimiento continuo de perdón a los pecadores es afirmación de que el hermano es más grande que su propio pecado. También nosotros, con un coherente testimonio evangélico, no nos debemos dejar condicionar por el mal y el dolor, sino llevemos en todo esperanza, favoreciendo la reconciliación y la curación hacia los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. | Ver al hombre por encima de su pecado |
44. La actual situación de conflicto internacional y la condición humana marcada por el pecado, personal y social, revelan la necesidad radical de conversión, de reconciliación y de paz que sólo pueden venir de lo alto. “Él es nuestra paz, aquel que ha hecho de los dos un único pueblo” (Ef 2, 14). Es parte integrante de nuestra misión de menores favorecer activamente la reconciliación con iniciativas adecuadas y concretas y promover la cultura. En este contexto es ciertamente expresión de minoridad la disponibilidad para celebrar el sacramento de la reconciliación. | Favorecer la reconciliación |
45. Nosotros hermanos capuchinos creemos en la belleza de la minoridad. Como Francisco, pensamos que, a pesar de las dificultades presentes en una vida de minoridad y de itinerancia, tenemos siempre motivos para manifestar la alegría en el mundo en el que vivimos. La experiencia del Evangelio y la vida en comunidad son razones para vivir con alegría nuestra minoridad. Partiendo de estos motivos busquemos llevar la alegría a la vida, a veces muy dura, de los pobres (cfr Const. 100). Además, muchos perciben nuestra alegría, lo que representa un estímulo para su vida y puede servir de medio para atraer y abrazar nuestra vocación. Ser menores y vivir en la alegría no sólo es posible, sino que constituye una realidad siempre presente en nuestro estilo de vida. | La alegría de la minoridad |
46. Conducido por Jesús, Francisco llegó a abrazar al hermano en una relación que transformó lo que era amargo en “dulzura del alma y del cuerpo” (Test 1-3). Francisco se comprometió por un nuevo mundo de relaciones redimidas; por eso nuestra vocación específica es:
| Relaciones “redimidas” |
47. Cuando nos dirigimos hacia aquellos que no comparten nuestra fe estamos llamados en primer lugar a ser testigos de Cristo con nuestra vida y en segundo lugar a dialogar con los demás, siguiendo la recomendación de San Francisco, (cf. Rnb XVI 4-7), a no hacer proselitismo ni despreciar o mal interpretar las creencias de otros. En consecuencia deseamos: vivir entre los pobres sin distinción de religión; dialogar con las culturas, religiones y confesiones; inculturar el Evangelio. | Testimonio y diálogo |
48. En un mundo de competitividad y de lucha, donde los sistemas financieros, militares y tecnológicos que se autoalimentan, marginan cada vez más a los pobres, nosotros como menores e itinerantes, empeñémonos en cumplir una misión profética expresando nuestra solidaridad con los pobres y marginados, situándonos a su lado para transformar el mundo según el espíritu evangélico de fraternidad. Nuestra predicación del Reino está constituida no sólo por la proclamación oral de la Palabra, sino también por el compromiso con la sociedad para su transformación. “Lo que hayáis hecho a estos mis hermanos menores me lo hicisteis a mí” (Mt 25,40). Como hermanos menores, siendo pobres y habiendo escogido a los pobres, debemos comprometernos más activamente en el desarrollo social y espiritual de los pobres y de los marginados. Atentos a su situación existencial en las distintas partes del mundo contribuiremos a un cambio positivo y a un mejoramiento tangible en su vida, con todos los medios franciscanos a nuestra disposición. Así será significativa nuestra solidaridad con los menores de la sociedad, cuya miseria degrada su humanidad hasta el punto de comprometer el sentido moral. Los efectos de este compromiso nuestro deberían ser periódicamente valorados de manera crítica y juzgados de manera objetiva. | Solidaridad con los menores de nuestro tempo |
49. Consideramos que es difícil comprender el mundo de hoy, sumido en pobrezas, desde una posición privilegiada como la nuestra. Por eso, creemos que caminar en la dirección de las pobrezas sea una orientación que puede generar una vida nueva en la Orden. Ello requiere dos cosas: un cambio de lugar físico que comportaría, como sucedió a los primeros hermanos capuchinos, situar nuestras casas en la periferia de la sociedad con estilo sencillo y pobre, y comportaría también un cambio sociológico, que requiere vivir allí no sólo para acoger a los pobres, sino también deseando ser acogidos por ellos. Este “bautismo de los pobres”, que Francisco recibió cuando abrazó al leproso, lleva a estar entre los pobres como compañeros de camino, siendo activamente partícipes de su liberación. Para este fin sería de desear que las Circunscripciones de la Orden tengan al menos una casa de inserción en lugares de pobreza y que una parte de los hermanos pueda participar directamente en instancias de solidaridad con los pueblos empobrecidos. | Nueva posición |
50. El Fondo de Solidaridad Internacional es un instrumento a través del cual todas las jurisdicciones deben compartir sus recursos con las jurisdicciones que tienen necesidad de ayuda para sus propias infraestructuras y para ayudar al desarrollo social de la gente del lugar. Con nuestra minoridad contribuimos a este esfuerzo en colaboración con otros. Cada jurisdicción debería trabajar con organizaciones e instituciones serias que compartan nuestros valores evangélicos para la transformación social y para ayudar directamente a los pobres. Franciscans Internacional en la Naciones Unidas es nuestra primera organización con la que deberían cooperar todas las jurisdicciones de la Orden. La Orden debe informar a todos sus miembros del trabajo de Franciscans Internacional en las Naciones Unidas. | Fondo de Solidaridad Internacional y Franciscans International |
51. Muchas jurisdicciones tienen destacados programas de desarrollo y de transformación social y de ayuda directa a los pobres. Estas actividades son dignas de elogio y están en armonía con el carisma capuchino. Con frecuencia a causa de las enormes cantidades de dinero que se manejan, se convierten también en ocasiones de poder que, como cualquier otro uso de poder, debe someterse a juicio crítico por parte de la Orden. Las normas siguientes tienden a asegurar que el uso del poder en estas situaciones corresponda al modo de proceder conforme con nuestra vocación.
| Cómo administrar las obras de desarrollo |
52. También nosotros capuchinos estamos comprometidos en las distintas formas de destrucción de nuestro planeta (por ejemplo la contaminación y la explotación excesiva de los recursos) porque participemos activamente en las trasgresiones de este sistema destructor. Invitamos a los hermanos a verificar personal y comunitariamente su comportamiento sobre la ecología. Los animamos también a participar en las acciones de grupos comprometidos en favor de la salvaguardia de la creación. | Responsabilidad ecológica |
53. Para combatir el consumismo que alimenta el sistema vigente y compromete nuestro testimonio de minoridad e itinerancia, busquemos:
| Combatir el consumismo |
54. En las sociedades particularmente marcadas por el egoísmo y la violencia, con frecuencia los niños y las mujeres son constreñidos a sufrir las consecuencias peores. Por eso pongámonos activamente de su parte sosteniendo la “civilización del amor” con la cultura de la vida contra la cultura de la muerte. Favorezcamos lo más posible la ayuda a favor de los niños indefensos, rescatándolos de la violencia y colaborando con asociaciones internacionales dedicadas a cuidar de su salud y educación. Promovamos la igualdad de los derechos de la mujer y favorezcamos la cultura de la reciprocidad, en el reconocimiento de una dignidad igual. De modo que como hermanos menores nos relacionemos con las mujeres con espíritu de igualdad y respeto, atentos a sus preocupaciones y críticas, y construyendo con ellas la ciudad nueva de la igualdad. | Civilización del amor |
55. El VII CPO insiste sobre la necesidad de que cada circunscripción tenga una comisión de Justicia y Paz que funcione efectivamente. Cada Conferencia dé a conocer y apoye el trabajo de Franciscans International. | Comisión de JPE |